Summer Edition 4/5: Cinco álbumes musicales narrativos/conceptuales
El verano pone en primera persona la need que asignamos a muchas de nuestras marcas: unwind. Hacemos un kitkat durante unas semanas —que es a lo que todos aspiramos: a ver nuestro producto dando nombre a un momento de consumo—, desconectamos de todo y, si eres miembro de The Catch, aprovecha para recargar la batería inspiracional.
Aquí tienes The Catch: Summer Edition, una serie de cinco entradas en las que te recomendaremos todo tipo de contenidos para que alimentes tu curiosidad durante el verano.
Descansa, disfruta, explora. ¡Feliz verano!
¿Por qué esta playlist?
Si por una vez no hacemos caso a los algoritmos de Spotify, Apple Music o YouTube, es posible que estas recomendaciones musicales nos sorprendan y nos inspiren. Esta semana proponemos una playlist particular en la que no podemos seleccionar una canción de un álbum, sino que debemos escuchar el álbum en su totalidad porque se ha construido para ser disfrutado de esta forma.
Los concept albums adquirieron fuerza en la década de los 70 de la mano de un buen número de artistas que se mostraban descontentos con la fragmentación de sus obras y la jerarquización del material para extraer éxitos pensados para ser difundidos en la radio. La respuesta fue construir obras cuyas canciones actuaban como una suerte de capítulos o episodios, en la que una historia o un sentimiento se iba extendiendo a lo largo de todo un álbum.
El componente inspiracional de estas piezas es enorme, especialmente si queremos poner énfasis en el concepto de gama. Fomentar la exploración de toda una familia de productos a través de asignar a cada uno un rol por sí mismo y también en el contexto de un relato mayor.
Cuántas veces hemos escuchado que nuestros pipelines se van poblando de referencias que pierden peso a medida que se amplían y que cuesta mantener el interés porque acaban pareciendo extensiones sin sentido de una única USP.
Pensemos en nuestros portafolios, gamas y pipelines como si de este tipo de álbumes se tratara. Marcas como Penhaligon’s ya lo está haciendo y seguro que podemos aplicarlo a nuestra realidad.
- Histoire de Melodie Nelson (Serge Gainsbourg, 1971)
- The Dark Side of the Moon (Pink Floyd, 1973)
- Berlin (Lou Reed, 1973)
- Vulnicura (Björk, 2015)
- Lemonade (Beyoncé, 2016)
¿En qué me fijo?
Además de disfrutar escuchando estos álbumes durante las vacaciones, vale la pena fijarse en:
- Elementos comunes. Dedicar todo un álbum a un mismo tema o a un mismo tipo de sonido obliga a trazar una base común que alimenta cada canción. En estos casos, los artistas cuentan con más espacio y minutos para explorar y elevar los matices. Es muy interesante identificar los elementos que dan cohesión al trabajo y ver de qué forma tan sutil aparecen y desaparecen ante la especificidad de cada tema.
- Visión y valentía. Algunos de estos álbumes forman parte de los rankings más prestigiosos del sector. Su visión se alimenta con una enorme valentía al apostarlo todo a una carta. En lugar de una colección más o menos coherente de canciones, apostamos por una visión única que se ejecuta de forma ambiciosa.
- Evolución del formato. Los álbumes de Beyoncé y Björk desafían su clasificación e incluso hay críticos musicales que obvian catalogarlos como concept albums. En cualquier caso, resultan apasionantes porque bajo una misma estructura final se esconden, muy posiblemente, accidentes y consecuencias sonoras y narrativas que son las que acaban cuajando y cohesionando el resultado final.
